12 noviembre 2007

Pablo



Con Pablo tengo mil historias en corto tiempo, todas me avergüenzan ajenamente, pero resumiré una o quizas dos, dependiendo de lo intolerable de la vergüenza.

A Pablo lo conocí en un recital contracultural en Plaza de Mayo en un diciembre caluroso. Yo me había acercado al lugar para hacer la cobertura y cuando llegué a la parte trasera del escenario, me llamó la atención este hombresoto, claramente mayor que yo, con canas lindas y con un bajo entre sus piernas. Todo un seductor, actitud rocker pero recatada, al menos eso aparentaba. Como me suele pasar, termino socializando con quien no conozco, charlando de mil cosas que seguramente poco me interesan, o comentando un poco de política contemporánea que a nadie importa,y esta vez así sucedió con él.
Resultó ser el bajista de una de las bandas, resulté dándole mi número de teléfono, me llamó claramente, nos vimos, y ahí empezó todo.


Pasamos algunos lindos momentos con sus plantas de marihuana, en su casa con una cama roñosa, y hasta nos encontramos en Córdoba vacacionando un poco. Conocí a sus hijos…es que este galán de turno venía con sorpresa, como los Kinder, los huevos esos.
La historia me envolvió totalmente, encajaba todo, me gustaba él, me gustaba como éramos en la “cama”, me parecía algo interesante, lo de los hijos no sumaba ni un poco pero bueno, en eso estaba. No enamorada, un poco encajetada quizás.


El día de mi cumpleaños hice una cena para mis amigos en casa, como no podía ser de otra manera, Ianina una de mis mejores amigas estuvo presente. Vinieron muchos compañeros de laburo y amigos en general, y estaba Pablo, que lo invité porque no sé, lo invité y ya.

La actitud rocker en bambalinas es como si te dieran un billete de tres pesos de cambio.

Yo estaba alucinada, había guardado en la heladera una pepa añeja que estaba más viva que nunca, y qué mejor momento para tomarla que en mi cumpleaños número 25!
Realmente sacada estaba, mi vestido blanco con lunares negros se rebelaba; situación que no me terminaba de conformar pero que a la vez me parecía divertida.

Podía darme cuenta tambien de cosas que pasaban más allá de mi vestido, como Pablo perseguía a Ianina por toda la casa, poniendo la misma cara de “te parto” que me ponía a mí, a mi!, la cumpleañera! en Plaza de Mayo aquel diciembre en el q nos conocimos!, que horror! Le voy a pegar entonces. Pensé y sonreí y me olvidé.

Iani estaba ebria mal, se cayó reiteradas veces, y rebotaba graciosa contra las paredes…nada preocupante digamos, nada fuera de lo normal. Ella hablaba con él hamacándose en sus patitas flacas.

La fiesta terminó, Pablo durmió conmigo después de coger en la calle, a la vuelta de casa, y perder mi bombacha rosa preferida (Creo. Creo que preferida, creo que rosa, que en la calle, creo que con Pablo…ni idea).


Iani tirada en el living tenía un amigo que la segundeaba y mi compañero de casa ni idea, estaba en su cuarto creo.

Al otro día nos levantamos y fui a los chinos a comprar verduras para el desayuno. Pablo dormía. (…) se terminó yendo llorando después de que mi compañero de casa me contó la verdad.


Pablo se había pasado de cama en el medio de la madrugada. Más no a la cama de Ianina, sino a la cama de mi compañero.




foto de Nadia MDGZine http://fotolog.com/apagandofuegos

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