09 junio 2008

Nosotros y las luchas: Memorias de un idilio.

Recuerdo un instante que me tocó vivir entre el 2001 y creo que el 2004. Marchaba con miles de personas en las mismas calles que hoy ya no recuerdan este andar. Las banderas eran de todos colores y las consignas se alzaban en carteles y pancartas. Cánticos y acciones concretas para nuestras necesidades.

Post 19 y 20 de diciembre parecía todo despertar. Las asambleas se creaban y organizaban, los organismos de DDHH estaban más firmes que nunca con sus reivindicaciones y se creaban colectivos de todo tipo.
Todos los frentes de resistencia cubiertos. Los grupos de arte político, los colectivos de contrainformación, las cooperativas y fábricas recuperadas, las huertas, movimientos de desocupados, centros culturales, bibliotecas. Las Madres de Plaza de Mayo nos cubrían bajo sus pañuelos y todos y todas parecíamos tener bien identificado al “malo” de esta pesadilla.



Coincidíamos dije antes.

No solo marchábamos. Ollas populares y escraches por doquier. El vecino se sumaba y colaboraba. El vecino lloraba mientras miraba por tv cómo la policía montada reprimía a golpes a los manifestantes. Se mostró muy enojado cuando dos vidas más se sumaron al prontuario de esta forma “civilizada” de hacer política: Darío y Maxi. Y hasta incluso pidió la expropiación bajo control obrero de las fábricas recuperadas.

Entonces cuestionábamos el respeto. Exigíamos reconocimiento y valoración de los derechos humanos. Los de hoy, los de ayer.
Nos parecía injusto el pago de la deuda externa; nos indignaba la impunidad de nuestros políticos; la brecha entre ricos y pobres agigantada; y la constante memoria por nuestros 30.000 desaparecidos y sus reivindicaciones nos unían.

El capitalismo era nuestro enemigo con todo lo que esto implicaba. Todo. Así lo dijimos un febrero cuando marchamos contra la guerra, o un noviembre rebalsado de denuncias contra una cumbre, o en la puerta de la casa de un represor en un barrio cualquiera.
Envío de tropas no queríamos. Gatillo fácil tampoco.

El capitalismo nos dejaba sin aire. Tomamos las herramientas que pudimos e intentamos otra cosa.



La moda es la moda

La llegada de un nuevo gobierno y sus renovadas estrategias nos desayunaban sobre el panorama que se nos venía encima.

Los pobres seguían pobres pero con planes trabajar, las escuelas seguían vaciadas pero con maestras laboriosas, y los fondos públicos se esfumaban.
Las movilizaciones seguían vigentes y las reivindicaciones parecían estar afianzadas.

Entonces recuerdo estar en la ESMA un 24 de marzo, en una especie de acto oficialista, y ver cómo muchos de mis compañeros de lucha, habían caído en la gran red del pescador de sueños. Un acto simbólico fue el puntapié para la decadencia política de muchos que ya no estan en las calles, que no encuentran razón para resistencia alguna.
La ESMA sería entregada a las Madres y se transformaría en “Museo de la Memoria”… los derechos humanos violados en la actualidad parecían saldados.


Extraño resultó el viraje de la historia.
Los y las que seguíamos movilizándonos nos transformamos en delincuentes. A veces con la complicidad silenciosa y la inacción de muchos de nuestros compañeros.
El sistema no se privó de utilizar ninguna de sus herramientas para criminalizarnos. Pudo transformar, mediante el manejo tramposo de la opinión pública, a una madre movilizada por su hijo asesinado por gatillo fácil, en una terrorista que no respeta al ciudadano y sus intereses.


Una vez nos movilizamos por la masacre en República Cromañón y nos empezaron a reprimir. Corrimos mucho hasta llegar a la puerta de un lugar donde funcionaba una de las organizaciones que ya abandonaron la lucha. Nos cerraron las puertas. No nos dejaron refugiarnos. Muchos fueron golpeados y maltratados en la comisaría. Y la indignación se mezclaba con la realidad nuevamente. La palabra traición se nos metió en la boca.


Los y las q luchamos fuimos divididos. Como si fuese un juego de mesa. “Kamchatka ataca a Rusia”.
Nos parecía extraño al principio ver como los discursos de unos y otros se trocaban por radios, medios de comunicación, subsidios, planes trabajar, pecheras y gorritos, bombos y cargos políticos…claro.
Acaso no luchábamos contra eso?-

La excusa fue “lucharemos desde adentro”. Las contradicciones políticas se hicieron insostenibles.

Extraño nos parecía ver cómo, quienes entendían los derechos humanos cómo tales, se revolcaban en una orgía de impunidad y alianza con el “jefe de los malos”.

Los objetivos, las luchas, la memoria que decíamos no olvidar, cayeron a los pies del nuevo régimen.
El disfraz era el progresismo y la estética acartonada de respeto a los desaparecidos de los setenta.
Lo que se dejaron en el tintero, los compañeros que ya no lo son, fueron las luchas y reivindicaciones por las cuales desaparecieron treintamil, sumado a los nuevos muertos de la obediente democracia, los asesinados del gatillo fácil, y los miles de casos de abuso de poder que violan y pisotean los derechos humanos de hoy 2008.

El cielo estaba negro para quienes no fuimos convencidos de la nueva farsa.
Seguiremos a pesar de todo! Nos alentábamos

Y Julio López desapareció de nuevo y hubo quienes pusieron en duda los porqué.
Y Fuentealba masacrado y hubo quienes tildaron la lucha docente como reaccionaria.
Y el Fondo Monetario Internacional, recibió el ilegítimo dinero pretendido y ahí hubo aplausos y besos.
Yo no fui.

Claro que parecería que no todos pudimos terminar de hacernos cargo de todo lo que gritoneamos a viva voz.


¿Y ahora que?


El ala más radicalizada de los movimientos continuó con sus proyectos.
Los reclamos nos unían, pero para afuera parecía no llegar nada.

Muchas veces también nos encontramos ante contradicciones fuertes y bien arraigadas.
Quizás la manera de relacionarnos, como la que nos enseñaron en la escuela en esa escuela que no queríamos porque dijimos que reproducía los valores del sistema para dividir, crear competencia, y estigmatizar.

¿La comunicación entre movimientos, organizaciones y colectivos funciona? En muchos casos vemos que afloraron ghettos, y con esto la reproducción exacta del funcionamiento del sistema que no queremos; pero de manera mucho menos eficaz, ya que desde el vocabulario hasta el “cómo” comunicar, el mensaje solamente llega a ser comprendido por un pequeño grupo de gente.

Las dinámicas internas de los grupos son otro aspecto en el que afloran las contradicciones. Estigmatizaciones de compañeros, o alianzas internas. Machismo y hasta incluso discriminación.
Al final de cuenta esto es lo que nos debilita. No poder hacernos cargo de todo lo que suena bonito o políticamente correcto.

Un círculo vicioso de valores impuestos socialmente. Aprendidos e inculcados en las diferentes instituciones por las que pasamos y que cuestionamos; y claro queremos modificar.
Un círculo vicioso de valores que reproducimos sin pensar. Nos llevamos las manos a la cabeza, si a una persona extranjera la maltratan en la calle por el solo hecho de ser de otro país y naturalizamos el maltrato interno con el que convivimos, pero. ¿Y si uno de nosotros piensa distinto?


Nos toca ahora un momento de reflexión y crítica constructiva. Un nuevo gobierno de la ciudad nos pateó la puerta y empezó a actuar. La forma de hacer política a la vieja usanza se puso en práctica desde las campañas electorales hasta las formas clientelistas y amiguistas de gobernar. Los vecinos lo eligieron. Llegó Macri y Buenos Aires lejos de estar bueno, se viene duro y frío. Los pobres que se vayan lejos, y que la Ciudad quede para unos pocos. Los negociados inmobiliarios arrasan con la identidad de los barrios. ¿Estamos preparados para jugar una carrera en sillas de ruedas con Michetti?

Y ante este panorama político, vemos como nos cuesta tanto romper verdaderamente con lo impuesto.
Nuestro día a día responde y es cómplice del sistema.
Si tan solo pudiésemos ponernos las ropas de lo que nos parecería mejor, o hacerle el amor a las ideas y fusionarnos con ellas de la forma más verídica posible. Si pudiésemos comunicarnos entre nosotros sinceramente, seguramente, a nuestros carceleros, les sería más difícil separarnos y coptarnos.


Si pudiésemos desarraigarnos de las individualidades y competitividad, y reconocernos en el otro o la otra, ¿cómo construiríamos nuestros proyectos? ¿Acaso la palabra participación nos aterra?, ¿acaso el miedo y la desconfianza a las IDEAS son innatas o fue el alimento que nos dieron y hoy acá estamos?

Llegó el momento de crecer. De dejar algunos mecanismos de lado. Plantarnos unidos, y de forma creativa ante el nuevo avance de la derecha retrógrada, como siempre buscará beneficiar intereses que no nos representan.

¿Y ahora que? Nuestras herramientas son invencibles: las ideas. Esas que sobreviven a las personas, esas que sobreviven a la muerte y al mercado. Nuestra fuerza, nuestra energía.
Llegó la hora de crecer de verdad. Llegó la hora de cortar el cordón que nos une a la podredumbre del sistema y q nos sigue alimentando a pesar de todo.
No tenemos la fórmula perfecta para llevar a cabo la resistencia, más sí el deseo desenfrenado de que, de una buena vez por todas, dejemos de mirarnos el ombligo cada uno de nosotros, y construyamos auténticamente el cambio que queremos.

¿Y ahora que? Suerte! Llegó la hora de construir internamente y hacia afuera. Una ciudad clausurada es la que habitamos, una ciudad que nos estigmatiza como los raros, los locos, los drogadictos, los idealistas.
Somos mal que nos pese, el uno en el otro.
Inventemos, la resistencia que queremos. Sin trabas a las ideas. Sin derroche de lágrimas.
Es indispensable resistir y sobre todo sentir.

Esto es lo que queremos. Esta es la crítica que nos hacemos. Que sea plataforma para despegar a formas superadoras de todo lo que ya hemos alcanzado.

Salú!

M*-
txt: crudo del texto que esta en el nuevo fanzine de FM La Tribu Viva Rojo Enculado está el Pasquín - les recomiendo que lo pasen a buscar por Lambaré 873 de forma gratuita...esta muy bueno.
foto: de sebatian hacher, hace como 3 años en una acción errorista de las últimas que hubo. Yo.

1 comentario:

El Beto dijo...

hola mi trasandina... volverás a escribir... volverás a visitarme...?

un beso